Quien dice que en la provincia de Burgos no hay playa es que nunca ha visto las aguas turquesas del Pozo Azul. O sentido bajo sus pies la arena fina de la playa de Arija. O hecho pádel surf y brincado en los hinchables en Soto de Villarcayo. La provincia de Burgos está llena de ubicaciones fantásticas para disfrutar de una perfecta jornada playera. Pero sin el calor y las masas de los arenales costeros y con muchas sorpresas adicionales para añadir adrenalina a la jornada. A continuación, dibujamos el mapa del verano perfecto en la provincia de Burgos, con cinco ubicaciones básicas.
Playa de Arija. Su fina arena blanca y sus aguas azules cristalinas hacen de éste un lugar idílico. Un verdadero mar interior de agua dulce, ubicado en la orilla sur del Embalse del Ebro, donde es posible hacer kite surf, kayak y hasta vela. También es el paraíso de los amantes del birdwatching, pues numerosas especies de aves, sobre todo acuáticas, eligen estas aguas y humedales como zonas de cría y de invernada.
El entorno que rodea a Arija es, además, un pozo de sorpresas para los viajeros, que tras su jornada de sol y playa tienen un sinfín de quehaceres posibles. Como recorrer los verdes pastizales y tupidos bosques autóctonos de la zona, descubrir sus iglesias rupestres y rutas del románico o visitar los pequeños pueblos que rodean Arija. Incluyendo la propia localidad, donde a principios del siglo XX nació Cristalería Española, dejando una estela de curiosidades para los amantes del turismo industrial dignas de indagar.
Embalse de Sobrón. Siguiendo el curso del Ebro, he aquí otro enclave fundamental para amantes del turismo de interior. Compartiendo frontera con Álava, allá donde el río dibuja un espectacular desfiladero de paredes verticales, a mediados del siglo XX se construyó un pantano largo y estrecho que desde hace años viene siendo un idílico oasis para amantes de la naturaleza y las actividades outdoor y, por supuesto, las acuáticas. Estando en el lugar privilegiado en el que se ubica, dentro del Parque Natural Montes Obarenes – San Zadornil, su belleza es un hecho. Zonas recreativas y un embarcadero invitan a disfrutar de este oasis rodeado de montañas con infinitas posibilidades para los deportes de agua, del turismo activo y, por supuesto, el senderismo.
Soto de Villarcayo. A orillas del río Nela, una inmensa zona de baño natural, arena, chiringuito, zonas verdes, merendero, instalaciones infantiles y mucha alegría componen la escena perfecta para un día de verano perfecto. ¿Qué te gusta el pádel Surf? También puedes hacerlo. ¿Qué quieres zona chill out? ¡También tienes! ¿Unos hinchables para los peques? ¡Por supuesto! Soto es un inmenso paraje verde que reúne todo lo necesario para una jornada de diversión familiar (incluido socorrista durante los meses de julio y agosto), poniendo a remojo rutinas e intercambiándolas por risas y recuerdos inolvidables entre chopos y acacias. Un planazo en la que muchos conocen como “la joya turística de Villarcayo”. Estamos en la capital de Las Merindades, con su verdor infinito, su aire puro y su poderosa sensación de libertad. Puro verano.
Pantano de Arlanzón / Uzquiza. A sólo 30 kilómetros de la capital, otro clásico para una jornada playera a la burgalesa. Entre los municipios de Pineda de la Sierra y Villasur de Herreros se abre el Pantano de Arlanzón (que más tarde, 10 kilómetros arriba, se transforma en el Embalse de Uzquiza, menos conocido que su hermano mayor, pero con los mismos ingredientes): 15 kilómetros de costa fluvial para tomar el sol, refrescarse, disfrutar de una comida campestre e incluso pescar, al amparo de la exultante Sierra de la Demanda. Y, como alternativa a la siesta bajo un árbol, algún deporte acuático. Puro paraíso concentrado en 130 hectáreas de agua.
Piscinas naturales de Espinosa de los Monteros. A la capital de los valles pasiegos burgaleses hay que ir al menos una vez en la vida. Precisamente para aventurarse en esos sorprendentes valles y su fascinante historia. Para descubrir el “Camino Olvidado”. Pasear por el casco urbano con más monumentos históricos catalogados de la provincia de Burgos, después de la capital. Y darse un homenaje a su famosa repostería artesana, sobaos y quesadas a la cabeza. Y a la lista se suma otro “must” cuando uno va en verano: un chapuzón en las piscinas naturales de La Presa. Un remanso de felicidad estival a base de aguas limpias y césped para un reponedor baño de sol de montaña. Con zonas verdes, merenderos, un bar-asador, aparcamiento y a solo diez minutos del centro, el plan no puede sonar mejor.